El Bosque Cuauhtémoc
- Pedro Núñez González
- 24 jul 2020
- 3 Min. de lectura
Catherine R. Ettinger.-
A más de 150 años de su creación como el Paseo de San Pedro, el Bosque Cuauhtémoc sigue siendo el parque público más emblemático de la ciudad y, sin duda el espacio verde más importante del centro histórico. Es un sitio que tiene un lugar especial en la memoria de los morelianos, ya sea por los domingos en el trenecito, tardes escolares en las bancas, días de familia en los prados o el ejercicio matutino.

Este espacio nació con un proyecto original que combinaba casas de campo con un espacio público para el paseo. Sería, en primera instancia un sitio natural a donde el habitante urbano podía ir para acercarse a la naturaleza; por esto los reglamentos del siglo XIX hacían hincapié en las características que debieran tener los jardines. En un principio los terrenos del bosque se dieron en concesión por 99 años a distinguindos morelianos que a cambio de recibir el terreno se comprometían a sembrar árboles y plantar flores además de construir un chalet o casa de campo. La idea era crear un sitio pintoresco, con casitas insertas en un frondoso ambiente y rodeadas de flores. La continuidad visual era un aspecto de suma importancia y, por esa razón, reiteradamente los reglamentos recomendaban delimitar los predios solo con setos o bien muros bajos con rejas de herrería. Se creó un paisaje natural de árboles frutales, moreras y flores estacionales complementado por esculturas, fuentes, estanques y el quisco.
Aunque cambió mucho durante el primer siglo de su existencia, el cambio definitivo se dio en la década de los 1960 conforme las concesiones de 99 años vencían y el Ayuntamiento de Morelia tomaba posesión de los lotes. En la mayoría de los casos se demolieron las casas para dejar espacios para el parque público; en el caso del lote del Jardín de Flora se demolió la casa para destinar el espacio a la construcción del Hospital Infantil Eva Sámano de López. La casa del lote 3 fue demolida para dar lugar a la construcción de un kínder. Con estas acciones, el carácter del bosque se modificó sustancialmente; aumentaron los espacios verdes y también las cualidades de éstas. Los jardines de flores y hortalizas circundados por setas desaparecieron; en su lugar, quedó pasto, o, en algunas zonas, juegos infantiles. Se perdió el jardín romántico con su particular gusto por la recreación de una naturaleza salvaje y en su lugar se establecieron equipamientos acordes a la actualidad. Y, se conservaron en su interior cuatro casonas: la del lote 11, la casa Simmons, ocupada hoy por oficinas de la Comisión Forestal y de la Secretaría de Gobierno del gobierno estatal, la del lote 18 ahora sede del Museo de Arte Contemporáneo Alfredo Zalce, la del 22 ocupada por las oficinas del DIF estatal y la del lote 23 que actualmente hospeda el Museo de Historia Natural de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Estas casas se han conservado en buen estado pero con la necesidad de mayores espacios y sobre todo de estacionamientos las instituciones que ocupan las casas se han expandido sobre áreas verdes. La pérdida en áreas verdes ha sido enorme y las cualidades descritas, entre ellas la continuidad visual, se han perdido. Entre los más depredadores del espacio verde están la Comisión Forestal, el DIF y el Hospital Infantil. En estos amplios terrenos, la huella de las casas constituían menos del 5% de la superficie total del terreno en 1960 y ahora, entre anexos, bodegas y planchas de estacionamiento las áreas verdes se han reducido enormemente, y, en algunos casos, casi han desaparecido. La vista al sur desde la avenida Acueducto hacia el hospital advierte la importante presencia de estructuras nuevas que invaden el parque. En el Museo de Arte Contemporáno y el Museo de Historia Natural la depredación ha sido menor, pero también se han erigido nuevas estructuras y, en el caso del segundo, una cantidad de señalética lastimosa para el entorno. En todo caso es sumamente preocupante la tendencia hacia la pérdida de espacios verdes en el Bosque tanto por la patente necesidad de estos en la ciudad de Morelia como por la historia del sitio. Pero, si hay voluntad, hay diversas acciones que pueden revertir la situación.
Se podrían reducir o eliminar las superficies destinadas a estacionamiento al interior de los lotes y restituir la vegetación. Se podría promover la remoción de las estructuras ligeras con lonas ubicadas en varios predios así como las estructuras prefabricadas que aparecen para distintos usos asociados a las dependencias de gobierno. Con la inminente reubicación del Hospital Infantil se abrirá una gran oportunidad de abrir el predio y de recuperar áreas ajardinadas incorporando el espacio al parque público.
Cuando pensamos en la conservación del patrimonio, solemos pensar solamente en edificios. Aquí tenemos un ejemplo de un espacio histórico pensado como jardín para el disfrute de los ciudadanos; creo que merece los mismos cuidados que los monumentos históricos que tanto defendemos.
Comments